Venas, sangre
Que recorre mi cuerpo
Tocas mi corazón de cristal
Te cortas y dañas
Vuelves a ser agua
Y envenenas mis entrañas
Recorre la sangre tuya
Por mi dulce gusto
Salado beatífico
Que se transforma en vino
Los olores invaden
Con tu majestuoso rojo
Inundan mis fosas
Sin enterrar el antojo
Bebo más de ti
Cada hora, cada instante
Se vuelve éter y me renueva
Ambrosía tu figura
Que me quema y me revela
Ya deshecho, un recuerdo
De tus manos y tu velo
Que guardo sin pensarlo
En el ataúd de los restos.
KEYLA GONZÁLEZ
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